Según Schuwer hay importantes diferencias con respecto al papel de los editores y lo que los caracteriza. El rol de los editores varía según el tipo de libros que publican, según la naturaleza de sus mercados y según la estructura de sus empresas. En base a los diferentes roles enumera:
En todas las editoriales se pueden definir tres líneas de fuerza comunes:
- La búsqueda de autores: reside en el peso de los contactos, afinidades y negocios. Publicar las primeras obras requieren de esta gestión, sin embargo no siempre están en la mira, son tenidos en cuenta los autores ya publicados y exitosos.
- La búsqueda de un tema y/o la edición especializada: en primera instancia, se distinguen los libros de textos —que deben ser revisados en base al mercado y al conocimiento— y las obras ilustradas —cuyos costos son altos— deben ser respaldados por un catálogo y por colecciones para conseguir el efecto de adhesión por parte del público. En segunda instancia, las ediciones especializadas, están siempre en una incesante búsqueda de temas, basados en actualidad, desarrollo y evolución.
- La búsqueda de fórmulas editoriales: todas las decisiones relacionadas con el libro en cuanto al precio, la tirada y su encuadernación.
2) Garantizar y financiar la producción de las obras
El editor tradicional, por su contrato, está obligado a efectuar o hacer efectuar la producción que financia. A partir de la aceptación del proyecto y el original, el único responsable es el editor. Las editoriales pueden subcontratar la totalidad de su producción o bien, tercerizar alguno de sus procesos. Se destacan dos categorías de editoriales que poseen una producción integrada: los que publican una gran cantidad de colecciones de texto y las especializadas en la edición de obras con abundantes ilustraciones.
3) Hacerse cargo de la promoción y la distribución del libro
El editor, por su contrato con el autor, está obligado a garantizar una “explotación permanente y continuada, y una difusión comercial, conforme a los usos de la profesión”.
Su acción se relaciona con la promoción: esta se distingue de la segunda etapa, la de la logística o distribución de las obras hacia los puntos de venta.
4) Promover su fondo editorial
El editor debe realizar un seguimiento atento de las reposiciones y la intervención de la publicidad son las mejores garantías de la promoción. La vida futura del libro depende de él, pero el trabajo perseverante de los representantes en el terreno sigue siendo primordial.
5) Tener obligación de resultado
Una función esencial del editor es la necesidad o la esperanza de alcanzar el autofinanciamiento y obtener ganancias. Toda editorial, por ser una empresa, está sometida a los avatares de la economía, de los factores sociopolíticos y culturales, a las tendencias y a los progresos o regresiones del sector; y como consecuencia de ello debe obtener resultados económicos para poder seguir con su actividad.
Una experiencia en la edición literaria en
España
Beatriz de Moura plantea, a raíz de una anécdota sobre el comentario que le hizo un amigo — ¡Dices eso porque tienes la suerte de tener una editorial! —; su trabajo en la editorial que fundó —Tusquets— junto con los momentos difíciles que en ese entonces estaba viviendo. Trabajando en conjunto con Antonio López con el que se encargaba de llevar adelante las decisiones editoriales y empresariales, publicaban literatura, en un mercado que constaba con un bajo porcentaje de lectores.
A partir de allí la editora, indignada, intenta dar cuenta a través de un repertorio distendido pero contundente, de que nada de lo que tenga que ver con “su” editorial, es azaroso. Comienza entonces por definir a la llamada “editorial literaria”, y sin duda, al perfil de editor editorial con el que se identifica, a través de tres autorreflexiones:
En primer lugar, se pregunta qué distingue a una editorial literaria de otras del sector. Beatriz de Moura no duda en afirmar, que la respuesta está en íntima relación respecto a lo que denomina “la actividad vital e intelectual de los editores”, que por sus elecciones en la confección de un catálogo, seleccionan autores y textos con los que expresan afinidades literarias y artísticas. La relación del editor con el autor (casi de complicidad) se forja a través de estas afinidades electivas, subrayando la indiscutible necesidad de independencia, económica y política, para expresarse libremente según la línea de pensamiento que se tenga. Es interesante el apunte acerca de la relación conflictiva que padece el editor literario con “su doble”: un empresario “desconfiado y puñetero”, que inevitablemente debe ser también.
Respecto a las condiciones en las que la actividad se convierte en lo que es, señala, por oposición, lo que nunca debería hacer un editor literario: a modo ilustrativo, comienza con una primera recomendación, por la que, bajo ningún caso, debería contratarse un libro sin leerse.
Lo que la editora define como ELIR (editores literarios independientes y rigurosos), y lo que hace que sea lo que son, es por ejemplo, publicar autores inéditos, seguirles la pista, promocionarles, reincidir en su publicación hasta su posible consagración si sus libros siguen gustándoles, y a pesar de su escasa venta. También – y claramente se incluye en esto- rescatan autores conocidos o no, que por las razones que sean, casi siempre comerciales, han dejado de circular, y merecen presencia en el escenario. Esta mezcla de desafío y riesgo es el rasgo principal, para esta editora, de los llamados ELIR.
Finalmente, al plantear las razones que considera llevan al editor a encaminarse en esta actividad, comienza revelando sin pudor una “adicción” propia: leer y vivir rodeada de libros; una dependencia que la lleva a expresar el hecho de que si no lo hiciese, padecería síntomas de abstinencia y el llamado “mono del libro”. Para finalizar su exposición, recuerda que todo editor literario posee una gran y hermosa responsabilidad en un tiempo difícil, en el que los ELIR, SEGÚN LA EDITORA, son una “especie en extinción”.
Reseña Biográfica
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