domingo, 14 de septiembre de 2014

Giulio Einaudi y Mario Muchnik

Fragmentos de Memoria

 
  Giulio Einaudi (1912-1999), fue un gran editor y un intelectual italiano. Nacido en Turín, estudió en la Facultad de Medicina de esa ciudad, y fue alumno del padre de Natalia Ginzburg, gran anatomista. Su padre fue presidente de la República italiana. Su juventud se desarrolló en los medios antifascistas, y fue arrestado en 1935. Participó en la Resistencia contra Mussolini.

  Se dice que de pequeño ya se divertía desempaquetando los paquetes de libros que inundaban la enorme biblioteca de su padre. De joven era un lector voraz, y todo culminó en la editorial que lleva aún su apellido, Einaudi. Giulio Einaudi Editore fue fundada en 1933, cuando tenía 21 años, por obra sobre todo de Leone Ginzburg (1909-1944), pero asimismo con el apoyo de Cesare Pavese, Massimo Mila, y luego apoyado por Felice Balbo o Italo Calvino y Norberto Bobbio.

  Escribió unas excelentes memorias, Frammenti di memoria, 1988, no sólo dedicadas al mundo editor sino también a sus gustos y recuerdos personales. Memoria repleta de sensaciones, acontecimientos, afectos, personajes que han ayudado a construir la escena cultural italiana del último medio siglo y han poblado la vida de quien, en gran medida, la ha dominado desde la editorial que fundara en 1933 y que se ha convertido en uno de los mitos de la cultura literaria europea de éste siglo. 

  Tiempo después, en el año 1988, tras la publicación del libro Fragmentos de memoria del editor Giulio Einaudi, Natalia Ginzburg escribió un ensayo titulado Memoria contra memoria. Uno podría esperar una semblanza, alguna nota laudatoria sobre los buenos viejos tiempos, un agradecimiento camuflado, un tanto pendenciero por haberla sacado de la calle viuda y con tres hijos; pero no, todo lo contrario. Ginzburg, con la entereza y aparente simplicidad de su prosa, costea todo desborde sentimental para reclamarle a su antiguo jefe una sola cosa: sinceridad. Porque a Ginzburg poco le importa cuándo pasó tal y tal cosa, si ese libro fue importante o no, si tal anécdota ocurrió en verdad o no, o, ay, qué habría sido de Italia si Einaudi no hubiera existido; lo único que ella quiere es sinceridad. Tema que si bien no es tratado frontalmente por la escritora, dramaturga, crítica, poeta y activista política italiana, en ninguno de los textos de Ensayos, es el tema de su propia vida.


Lo peor no son los autores

  Mario Muchnik publica su autobiografía editorial. Desde Alberti a Julien Green pasando por Canetti, Cortázar y Barral, el editor da cuenta en Lo peor no son los autores de sus avatares, aciertos y desengaños. Desengaños como el sufrido por el desencuentro entre Planeta, Benet y Gimferrer, con Volverás a Región como pretexto. En sus memorias arremete contra viudas de escritores, editores y autores, achaca a su arrogancia y a su desapego por el dinero las espantadas de las empresas que le dejaron en la calle. Niega que sea una venganza, alega que no dice nada que no pueda probar y avisa de que prepara una biografía, esta vez, "vital". 
  Editor atípico y polémico, hijo también de editor y físico de profesión, quiso ser fotógrafo, pero aterrizó a los 35 años en el mundo editorial. Con una carrera plagada de altibajos, siempre sonoros, participó en Muchnik Editores y en Difusora Editorial, fundada por su padre y Joan Seix, hasta que acabó de asalariado del Grupo Anaya. En la calle y sin un duro, ha creado su propia empresa: del Taller de Mario Muchnik, compuesta por él y un ordenador que le está rentando bien gracias al éxito de Lo peor no son los autores, del que ha vendido 7.000 ejemplares antes de presentarlo. El primer capítulo ya contiene dinamita: presupone que la viuda de Alberti, María Asunción, retocó los textos del poeta y eliminó del quinto libro de La arboleda el nombre de la hija del poeta, Aitana, con la que la viuda no mantiene buenas relaciones y señala que la caligrafía no parece ser la de Alberti. "Yo no descubro nada. Víctor de la Concha ya denunció antes que hubo censura por parte de "la señora", como dijo él. Mi libro apareció cuando Alberti vivía, no se me puede tachar de oportunista y tengo papeles que si un día su hija los necesita se los mostraré. Y en el debate sobre su herencia no quiero participar, pero no debe de ser tan complicado que algunos miren unos papeles".


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